ESTAFAN A OBRERO CAJAMARQUINO CON EL CUENTO DE LA BOLSA DE ORO
Sin siquiera un sol
en el bolsillo se quedó William Santos Romero Bustamante, al ser engañado por
dos delincuentes con el cuento del oro.
El
agraviado, natural de Cajamarca, retiró del banco todos los ahorros que había
sumado de su trabajo, para comprar una bolsa que supuestamente contenía una
valiosa cantidad de oro. Pero lo que en realidad compró para su desgracia y
frustración no eran más que piedras envueltas en papel periódico.
Romero,
después de haber trabajado cerca de un año en Chincha, decidió volver a su
tierra natal y el miércoles por la tarde se dirigió hacia la agencia de una
reconocida empresa de transporte.
Allí
es contactado por un sujeto de 50 años aproximadamente, mediana estatura con
lentes, quien solicito ayuda para ubicar un centro médico.
El
desconocido, empezó a mantener la conversación con el obrero y luego de unos
minutos ofrece venderle una bolsa que contenía oro.
Tras
el ofrecimiento, aparece un segundo pillo, quien finge estar interesado en la
adquisición del mineral. Este supuesto comprador ofrece pagar 4 mil soles por
el oro. Entonces, el vendedor pregunta a William Romero si tenía dinero para
comprar el mineral y hacer “el negocio de su vida”. El obrero, sin sospechar
nada, confesó que en el banco tenía una considerable suma de dinero que había
ahorrado trabajando en una granja de gallinas.
Los
estafadores siguen con su plan y convencen al cajamarquino para acudir a una
bodega, tomarse una gaseosa y llegar a un acuerdo de compra-venta.
Después
de algunos minutos de debatir las posibles propuestas económicas Romero es
persuadido y junto a uno de los timadores se dirige hacia una entidad bancaria,
que se ubica en la Av. Óscar R. Benavides del cercado de Chincha, para sacar
sus ahorros.
El
obrero señala que uno de los cómplices, ingresó al banco y permaneció esperando
que realice el retiro de los 3 mil 900 soles que tenía en su cuenta bancaria.
Luego de la transacción, ambos regresan hacia el terminal terrestre donde se
encontraba el otro estafador, con la supuesta bolsa de oro, para concretar el
negocio.
William,
se reencuentra con el presunto vendedor y muestra los billetes que había
retirado del banco.
“Como
me trabaja este señor. Me dice: de acá que tú sacas la plata, me enseñas para
vender el oro y de allí te regresas para dejar el dinero en el mismo banco”.
El
falso dueño del oro, coge el dinero en efectivo y lo guarda en una bolsa
blanca, similar al envoltorio en donde se encontraba el supuesto mineral que
antes había sido mostrado al obrero.
Romero,
imaginando que cerraba un negocio millonario, sigue al pie de la letras las
indicaciones de los estafadores, quienes le entregan la supuesta bolsa que
contenía el dinero y el oro.
Luego,
le solicitan que no abra la bolsa hasta llegar a su casa y que la guarde entre
sus prendas de vestir. Él, lo hace, sin imaginar que todo había sido cambiado.
Romero
Bustamante, no podía creer el negocio que había concretado. En su poder estaba
la bolsa con su dinero y el mineral. La felicidad lo embargaba, tanto, que
decidió llamar por teléfono a una amiga de su oficina para contarle.
Ambos
se encuentran y a pesar de que ella repetía que lo habían estafado, William no
creía en esa desgracia.
Entonces
se trasladan hacia la casa de su amiga para poner fin a la historia. “Yo le
dije, acá solo hay piedras. Te han engañado”, decía la mujer al incauto obrero.
Estando
en la vivienda de la mujer, la bolsa blanca que contenía el supuesto oro, que iba
a cambiar la suerte del ciudadano cajamarquino, fue puesta sobre la mesa y al
ser abierta, solo se encontraron un montón de papeles de periódico y tal como
lo había señalado la amiga de William, piedras de varias dimensiones llenaban
la bolsa para desazón del obrero, quien quedó enmudecido por la ingrata
sorpresa.
El
agraviado, acudió a la comisaria de Chincha Alta y aunque se extendió un
operativo por la provincia, no se logró ubicar a los dos estafadores que se
apoderaron de los ahorros conseguidos por el obrero durante los meses que
trabajó alimentando gallinas en una granja.
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